Tinder metió una nueva función que permite a algunos usuarios filtrar posibles matches según la altura. Aunque no es un filtro excluyente, sí condiciona el algoritmo que determina qué perfiles aparecen más seguido al deslizar.
Por ahora, esta opción está disponible solo para quienes tienen las versiones Gold y Platinum, o sea, los que pagan. La empresa dijo que esto responde a pedidos de muchos usuarios, especialmente mujeres, que querían establecer un mínimo de estatura en sus búsquedas.
Pero claro, no tardó en armarse el bardo. Algunos dicen que es válido tener preferencias personales, pero otros advierten que esto refuerza estereotipos físicos y puede ser discriminatorio. Estudios muestran que en apps de citas, los usuarios más altos, especialmente los hombres, suelen recibir más atención. En plataformas como Bumble y OkCupid, muchas mujeres ponen un mínimo de 1,83 metros, dejando afuera a muchos tipos.
Desde Tinder defienden la función diciendo que nadie debería sentirse obligado a interactuar con alguien que no le atrae. Sin embargo, en foros como Reddit, varios usuarios la tildaron de “discriminatoria” y dicen que aumenta la presión estética en el mundo digital. También se cuestiona que solo esté disponible para quienes pagan, ya que muchas mujeres no suelen pagar por estos servicios debido a la gran cantidad de ofertas que reciben en comparación con los hombres.
El debate no es solo por la altura. Antes, filtros como edad, peso, raza o religión también generaron polémica. La diferencia es que muchas plataformas decidieron limitar estos criterios para evitar prácticas excluyentes. Incluir la altura como un parámetro visible y manipulable podría ser un retroceso en la discusión sobre inclusión y diversidad corporal en el mundo digital.
La decisión de Tinder también plantea preguntas sobre cómo los algoritmos refuerzan sesgos sociales. Aunque cada uno tiene derecho a tener sus preferencias, convertirlas en funciones técnicas puede generar dinámicas de exclusión sistemática. A largo plazo, esto podría afectar la diversidad de interacciones en la plataforma y aumentar la frustración de quienes no cumplen con los estándares más valorados.
Para expertos en tecnología y sociología digital, esta medida muestra un problema más profundo: la tendencia creciente de las apps a moldear las relaciones afectivas en función de parámetros cuantificables, donde lo físico se convierte en la puerta de entrada al posible contacto humano.
