A medida que culmina el año, es común sentir que nuestra energía se agota. Las demandas del trabajo, las actividades sociales y el estrés acumulado pueden dejarnos con la sensación de estar exhaustos y sin fuerzas para afrontar las últimas semanas del año.
La ciencia no tiene una única respuesta para el agotamiento de fin de año, ya que debemos saber que el modo en que nuestros cuerpos gestionan la energía no es igual para todos. En este sentido, la genética podría tener la clave para recuperar el impulso y enfrentar este tramo final del año. Según el investigador del CONICET y director científico de Gen360, Adrián Turjanski, “nuestros genes desempeñan un papel crucial en todo, desde cómo procesamos los nutrientes hasta cómo almacenamos energía y manejamos el agotamiento, lo que impacta directamente en cómo nos sentimos física y mentalmente”.
¿Cómo afectan nuestros genes la producción de energía?
Uno de los genes más importantes para entender cómo nuestro cuerpo obtiene energía es el PPARGC1A, que regula el metabolismo energético. Este gen controla cómo las mitocondrias, los motores de nuestras células, convierten los nutrientes en energía. Las personas con variantes favorables en este gen tienden a procesar mejor los carbohidratos y las grasas, lo que les permite mantener niveles más estables de energía durante el día. “A fin de año, cuando la fatiga empieza a acumularse, los profesionales de la salud suelen sugerir ajustar la dieta para incluir más alimentos que maximicen el uso de estas fuentes de energía lo que puede marcar una gran diferencia en cómo nos sentimos,” explica Turjanski.
Por ejemplo, si tu cuerpo no procesa bien los carbohidratos, es posible que te sientas letárgico después de las comidas. En cambio, incorporar más grasas saludables, podría ser más beneficioso para mantener los niveles de energía altos. “Esta es la ventaja de conocer tu genética, puedes adaptar la alimentación para que tu cuerpo obtenga la energía que necesita de la manera más eficiente”, añade Turjanski.
El rol de las vitaminas y micronutrientes en la energía
Otro aspecto clave en la gestión de la energía es la capacidad de cada cuerpo para absorber vitaminas y micronutrientes esenciales, especialmente las del complejo B, como la vitamina B12. Esta vitamina es importante para el metabolismo, abarca los procesos de generación y uso de energía, incluyendo nutrición, digestión, absorción, eliminación, respiración, circulación y regulación de la temperatura. Esto tiene un impacto directo en la energía disponible y la fatiga. Identificar las dificultades para absorber adecuadamente vitaminas –como la B12- puede explicar por qué algunas personas se sienten más agotadas a fin de año.
“Muchas veces, la falta de energía no se debe a lo que comemos, sino a cómo nuestro cuerpo lo procesa,” destaca el referente de Gen360. “Saber si tienes una predisposición genética a absorber menos vitaminas del complejo B puede ayudarte a adaptar la dieta o a considerar suplementos que ayuden a mantener los niveles adecuados de energía.” Por ejemplo, ante el déficit de B12 pueden incluirse alimentos ricos en esta vitamina, como pescado, carne, huevos o productos lácteos.
Recuperación física y genética: más allá del descanso
El agotamiento físico también juega un papel importante en la falta de energía a fin de año. Aquí es donde genes como COL1A1 cobran relevancia. Este gen está relacionado con la producción de colágeno, una proteína esencial para la reparación de tejidos, especialmente ligamentos y tendones. “Las personas con ciertas variantes en el gen COL1A1 pueden experimentar una recuperación más lenta después de actividades físicas o estrés prolongado y tener mayor tendencia a lesionarse,” comenta el especialista. Esto significa que, al llegar a fin de año, los dolores musculares y el cansancio acumulado pueden deberse a una menor capacidad para recuperarse rápidamente.
Con esta información genética, es posible ajustar el tipo de actividad física o los tiempos de descanso para maximizar la recuperación y evitar lesiones. “Saber que tu cuerpo necesita más tiempo para reparar el tejido permite planificar los entrenamientos y reducir la intensidad o incorporar más días de descanso,” añade Turjanski.
Estrategias para prevenir el agotamiento
Además de la alimentación y el descanso, la gestión del estrés físico es crucial para evitar el agotamiento a fin de año. Los genes también juegan un papel en cómo respondemos al estrés crónico, que puede drenar nuestras reservas de energía. Variantes en genes como ACTN3, que influye en la composición de nuestras fibras musculares, pueden afectar nuestra capacidad para realizar ejercicios eficaces. “Algunas personas tienen una mayor predisposición a desarrollar fibras musculares rápidas, lo que les permite realizar ejercicios de alta intensidad de manera más efectiva. Sin embargo, si no se gestionan adecuadamente, estas demandas pueden llevar a una mayor fatiga”, comenta el experto.
En este sentido, es importante obtener las recomendaciones sobre cómo manejar el estrés basadas en la genética, para regular los niveles de energía, y conocer cómo reacciona el cuerpo ante determinados estímulos, para implementar estrategias efectivas que se alineen con el perfil genético, evitando así llegar al límite del agotamiento, con consecuencias de largo plazo.
La clave para una energía sostenida
Con las herramientas adecuadas y el conocimiento profundo del organismo es posible ajustar tu estilo de vida para llegar con energía renovada a las últimas semanas del año. “La genética nos ofrece una hoja de ruta para entender mejor cómo gestionar nuestra salud y bienestar. No se trata sólo de lo que comemos o cómo entrenamos, sino de adaptar estos hábitos a lo que nuestro cuerpo realmente necesita”, concluye Turjanski.