El invento que nació en Inglaterra, se potenció en Estados Unidos y pasó por diferentes etapas hasta conseguir su optimización, ya cumplió 180 años. Cómo surgió este invento y quiénes fueron los protagonistas de un negocio que funciona hasta la actualidad.
En miles de hogares del planeta, seguro existen las cajas coloridas de los fósforos sobre la mesada de la cocina, los adultos encienden sus cigarrillos con ellos o son utilizados para habilitar las estufas. Pero, cómo fueron evolucionando con el tiempo para seguir vigentes y convertirse en un invento millonario.
Todo comenzó en 1826, cuando un hecho fortuito hizo que el químico John Walker llegara a una primera fase de lo que hoy conocemos como fósforos. Walker trabajaba en un proyecto para encender rápidamente un fuego y, accidentalmente, el palo con el que realizaba la mezcla cayó y al hacer fricción con el suelo se encendió.
Walker aprovechó ese accidente y comercializó cajas de astillas bañadas en sulfato de antimonio, clorato de potasio y goma, acompañados de un papel de lija para encenderlos. Pero esta solo fue una primera etapa de la historia, porque el fósforo pasaría de la inseguridad al éxito mundial.
En 1830, Charles Sauria patentó las primeras cerillas con fósforo en Massachusetts, pero eran peligrosas debido a la toxicidad y el olor del fósforo. La verdadera innovación llegó desde Suecia, cuando el químico Gustaf Erik Pasch introdujo el fósforo rojo, más seguro, permitiendo que las cerillas solo se encendieran al frotarse en una superficie específica.
Sin embargo, los hermanos Carl y Johan Lundström fueron quienes popularizaron las cerillas de seguridad. En 1844, fundaron una fábrica en Jönköping, “La Ciudad de las Cerillas”, y lanzaron al mercado cajas coloridas que capturaron la atención mundial. Su éxito fue confirmado con una medalla de plata en la Exposición Universal de París en 1855.
La producción a gran escala fue posible gracias a Alexander Lagerman, un empleado que en 1880 inventó una máquina para fabricar cajas de cerillas y en 1892 otra para tratar y cortar la madera. Así, la producción pasó de 4,000 cajas anuales en 1844 a 7 millones en 1896.
A pesar de su éxito, los Lundström fueron superados por Swedish Match, que hoy produce las cerillas Golondrina, muy usadas en España y los Países Bajos. Las ciudades suecas de Vetlanda y Tidaholm siguen siendo importantes centros de producción, abastecidos por la maderera Sydved.
De un inicio peligroso, las fósforos se transformaron en un producto seguro y esencial, gracias a la tenacidad e innovación de varios pioneros.