Por Gabriel Busso.
La calidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestras relaciones. Si no sabemos relacionarnos efectivamente con los demás, viviremos una vida limitada. Por consiguiente, es fundamental aprender las reglas y claves para lograr relacionarnos con éxito.
Si no aprendemos acerca de la conducta humana y cómo dirigirla, seremos esclavos de nuestros vicios y creencias limitantes.
El conocimiento aplicado es poder, y si no aprendemos y aplicamos tales conocimientos acerca del comportamiento humano, estaremos presos de las actitudes y acciones de las demás personas. Y si una persona controla nuestro estado de ánimo, de alguna forma tiene control sobre nuestra vida. Para lograr dejar de depender del resto debemos desarrollar nuestra inteligencia emocional, apaciguando la mente impulsiva y reactiva, forjando un carácter fuerte e íntegro entre nuestro pensar, sentir, hablar y accionar.
Considerando el arte como la destreza mediante la cual el ser humano se expresa, podemos ver que de alguna manera todos somos artistas, ya que —queriendo o no— estamos en constante expresión de nosotros mismos. De por sí, cada día desde que nos levantamos estamos expresando un personaje, una personalidad que creamos durante nuestra vida y nos creímos como verdadera. Pero… ¿estamos dirigiendo nuestra vida? ¿Tenemos el control? ¿Somos los verdaderos creadores de nuestro destino? Si sos el creador de tu vida entonces tenés que estar viviendo la vida que siempre soñaste, ¿verdad? Porque sería ridículo no vivir nuestra vida soñada si realmente tenemos el mando.
¿Qué vida vivirías si podés cambiarla ahora mismo sin ninguna limitación?
Platón mencionaba el arte como la capacidad creadora del ser humano.
El arte de dirigir es la capacidad del ser para crear su vida. De esta forma, a través del conocimiento y la comprensión, obtendremos el poder sobre nuestra propia dirección.
A dirigir se aprende, y es esencial hacerlo si queremos ser libres y obtener el poder de crear nuestra vida. Todo debe comenzar con el deseo de mejorar, de crecer, de avanzar en el progreso humano. Todo deseo es consecuencia de contar con la inteligencia de hacer florecer la semilla. El deseo es la voluntad de la semilla por convertirse en árbol.
La intención de querer evolucionar, cambiar, avanzar y transformarse. Es el mismo deseo de la naturaleza, el estar en constante transformación y evolución. Es el deseo que llevamos dentro, que corre por nuestra sangre.
Si observamos a los niños cuando juegan podremos ver seres con ganas de vivir, de amar, de saber, de conocer y experimentar.
Porque ese es el entusiasmo que mantiene vivo todo en la naturaleza. El asombro por la vida misma, el amor propio, el querer absorber cuanto sea posible para seguir creciendo y desarrollándonos en el planeta.
¿Pero qué ocurre que, al comenzar la adolescencia, ya se nos empieza a escapar ese asombro, energía y entusiasmo por la vida?
Pienso que comienza a surtir efecto el adoctrinamiento que recibe nuestra mente desde que somos muy pequeños. Todos los adultos que vamos conociendo nos van adoctrinando de cierta manera, y mayoritariamente de forma negativa: «No podés hacer eso», «Eso es peligroso», «Tenés que ir al colegio para ser alguien en la vida», «Los chicos buenos e inteligentes no lloran», «Terminá toda la comida porque hay chicos que no comen», etc.
Está comprobado que la palabra que más escuchamos durante toda nuestra infancia es «no». Todas estas creencias que nos van inculcando, formas de ver la vida que oprimen nuestra creatividad e imaginación en pos de seguir lo establecido y «posible» según cada circunstancia, limitan el poder creativo que llevamos dentro.
Apagamos nuestro ingenio y confiamos cada vez menos en nosotros mismos.
La principal causa por la que se van debilitando nuestra confianza y entusiasmo por la vida ocurre en la adolescencia, cuando comenzamos a sentirnos «separados». Entendemos que somos alguien en la vida y que debemos cuidar nuestra imagen. Empezamos a tener conciencia del ego. Queremos que nos vean fuertes, inteligentes y bellos, porque entendimos que de esa manera podremos asegurar nuestra supervivencia, y que si logramos que acepten nuestra imagen todo nos resultará más fácil.
Entonces, de la misma manera, comienzan las dudas y el miedo respecto a si seremos aceptados o no. Si pienso de tal manera, ¿me aceptarán? Si me visto así, hablo así, actúo así, ¿qué van a decir de mí? Comienza el miedo a la humillación. Pensamos realmente que somos la imagen, la interpretación de nosotros, olvidándonos que eso es simplemente una idea, y que nuestra supervivencia no depende de eso. Pero así es como nos enseñan a vivir.
Desde pequeños nos muestran cómo los individuos que piensan diferente son atacados, excluidos y hasta asesinados en diferentes países. Entonces aprendemos a ser muy sensibles y vulnerables a la opinión ajena, tanto que nos olvidamos por completo de la autovaloración. Nuestro amor propio queda totalmente supeditado a la aceptación de los demás. Ansiamos la aceptación de nuestros padres y afectos cercanos más que cualquier otra cosa, al punto de olvidarnos del valor de la autoestima.
Esta dependencia emocional tan fuerte y arraigada nos desconecta de nuestra autenticidad, de esa energía que tenemos de niños cuando no sentimos miedo por la aceptación de los demás y simplemente actuamos de forma auténtica y sincera. Y esa es la energía y frecuencia que debemos recuperar si queremos dirigir nuestra vida, ya que sería imposible hacerlo si dependemos totalmente de las demás personas. El hecho de que ellas decidan por nosotros significa que estamos entregándoles el control de nuestra vida.
La gran mayoría de los adultos aún siguen experimentando la misma o más intensificada sensación de dependencia ajena. Siguen pensando toda la vida y cada vez de forma más exagerada que son su imagen. Que son lo que piensan de él/ella. Que son su ropa, sus logros, sus títulos, sus likes y seguidores en redes sociales, sus amigos, su club, su partido político, su familia, su religión, sus ideales y su país. Pero esa es la peor tentación del ser humano, creer que somos algo definido, limitado. Eso nos quita todo poder y libertad de expresión. Nos encarcela siendo esclavos de esa imagen y aceptación de nuestro grupo, quitándonos la verdadera esencia que llevamos dentro para florecer.
SI CONTROLAMOS NUESTRO ESTADO EMOCIONAL ESTAREMOS CONTROLANDO NUESTRA VIDA ENTERA.
Tu estado emocional deriva de tu mundo interno. Si cambiás tus interpretaciones sobre el mundo y sobre la realidad, tus estados van a cambiar. Quiero convencerte de que ya mismo podés sentirte empresario y todo lo positivo que asociás a eso. Ya mismo podés comenzar a sentirte libre y director/a de tu vida. Y no solo eso, sino que inevitablemente debés hacerlo si querés dirigir tu vida, personas y empresas enteras. Sin tu percepción nada puede ser, ¿cierto? Aunque yo te diga esto, si no lo creés y sentís en tu interior, no va a ser real en tu vida, ¿verdad? Una persona puede ser muy linda, pero si ella no lo cree real o no lo siente así en su interior, no va a ser capaz de experimentar su propia belleza.
Seguramente ya estás comprendiendo que para obtener cualquier cosa a voluntad en nuestra vida primero debemos creerlo, hacerlo real en nuestro interior, plantar la semilla en nuestro subconsciente y comenzar a regarla día a día. Ahora también debés saber que nuestra experiencia humana deriva de cuatro mundos, aunque mayoritariamente somos conscientes de no más de dos.
Es muy importante comprenderlos para comenzar a ser creadores de nuestra vida, y no apenas sobrevivientes. El arte de dirigir nuestra vida privada tiene cuatro planos, los cuales debemos descubrir y dirigir para lograr la dirección completa de nuestra propia empresa, de nuestro presente y destino.
MUNDO FÍSICO
El mundo físico no es el escenario en el cual podemos producir cambios significativos ni duraderos. En realidad, es el aspecto más superficial de nuestra vida, y el menos poderoso en cuanto a posibilidades de modificar la realidad. Es simplemente una consecuencia de nuestros demás planos. Y si no lo descubrimos, podemos pasarnos la vida entera distraídos y dormidos sin darnos cuenta, siendo víctimas de la vida que nos tocó.
CRECER EN EL MUNDO FÍSICO
- ALIMENTACIÓN SANA
- TRANQUILIDAD Y CONCIENCIA EN TU RESPIRACIÓN
- ESTIRAMIENTO DEL CUERPO, YOGA
- EJERCICIO, MOVER EL CUERPO
- RELAJACIÓN, DESCANSO
- DIVERTIRSE Y JUGAR
MUNDO MENTAL
El mundo mental es toda la realidad que percibís en tu propia mente. Lo que estás pensando en este momento, que solo vos podés percibir de tal manera porque sucede en tu fuero interno, dentro de tu propia mente. Este escenario no es compartido como el físico, sino que es personal de cada individuo. Ahora podés estar pensando en qué vas a probar en tu próxima comida, aunque físicamente puede que estés leyendo este libro. Pero en tu mundo mental estás creando otra realidad a través de tu mente. Está claro que si tu mente cambia, el mundo físico que percibís también cambia, ya que tu mente es la que, tras recibir la energía externa a través del cuerpo y sus sentidos, la analiza y toma una decisión al respecto.
CRECER EN EL MUNDO MENTAL
- CUESTIONAR PARADIGMAS LIMITANTES
- CREAR CREENCIAS POTENCIADORAS
- LEER, APRENDER Y DESPERTAR NUESTRA CURIOSIDAD
- IMAGINAR Y VISUALIZAR UN FUTURO ATRACTIVO
- MEDITAR Y DEJAR DE PENSAR
MUNDO EMOCIONAL
El mundo emocional refiere a toda tu realidad emocional. Podés estar leyendo este libro, pensando en lo que dice, pero con un estado emocional enojado, triste o agradecido. Tres estados diferentes tienen el poder de cambiar toda tu realidad física y mental. Tu realidad emocional es muy relevante porque también altera toda la realidad de los otros dos mundos. Seguramente ya sabés que según nuestro estado emocional tenemos determinados pensamientos, perspectivas e intenciones. Cuando estamos enojados o deprimidos no pensamos con claridad y preferimos cerrarnos a cualquier realidad o persona de afuera, en pos de enfocarnos en lo que nos está enfadando o deprimiendo una y otra vez. Cuando nos sentimos bien, felices y en paz, somos más receptivos a las demás personas y a otros puntos de vista.
CRECER EN EL MUNDO EMOCIONAL
- SER CONSCIENTE DE TUS EMOCIONES
- LOGRAR TRANQUILIDAD PARA ESCUCHAR A TU CUERPO Y A LOS DEMÁS
- SEGUIR UN CAMINO QUE TE INSPIRE, TE DESAFÍE Y DISFRUTES
- GENERAR BUENOS VÍNCULOS CON LAS DEMÁS PERSONAS
- PRACTICAR EL CONTROL DE TUS IMPULSOS, NO REACCIONAR
- CREAR Y SENTIR LAS EMOCIONES DESEADAS, PARA ATRAER MÁS DE LO MISMO
- MEDITAR Y LIBERARTE DE TODA EMOCIÓN
MUNDO ESPIRITUAL
El mundo espiritual no se puede ver, tocar, pensar ni sentir. Está más allá del mundo que podemos percibir conscientemente. Es nuestro lado invisible a los ojos lógicos y racionales. Todos poseemos espíritu, alma, esencia o como quieras llamarlo. No importa el nombre que le pongas, ya que nunca puede estar limitado a un nombre, este nunca podrá definirlo. Es la fuerza intrínseca que nos da la vida, que hace latir nuestro corazón, fluir nuestra sangre por todo nuestro cuerpo. Es la misma intención que hace que respiremos continuamente desde que nacimos hasta hoy, sin necesidad de ponernos a pensar ni ser conscientes de eso
CRECER EN EL MUNDO ESPIRITUAL
- SER CONSCIENTE DE TU ESPÍRITU, EL PODER EN TU INTERIOR, LA FUERZA INVISIBLE, LA INTELIGENCIA INFINITA
QUE HACE QUE TODO SEA.
- MEDITAR, ESTAR EN PLENO SILENCIO, APAGAR LA MENTE Y LA EMOCIÓN.
- LLEGAR A LA UNIÓN ENTRE LA CONCIENCIA Y LA
SUBCONSCIENCIA.
- PERCIBIR LA UNIDAD QUE EXISTE ENTRE TODAS LAS COSAS.
- SER CONSCIENTE DE CÓMO EL MUNDO ESPIRITUAL
SON LAS RAÍCES DONDE NACEN LOS DEMÁS MUNDOS
(EL EMOCIONAL, EL MENTAL Y EL FÍSICO).
- PERCIBIR EL ESPÍRITU Y LA ESENCIA EN CADA SER, EN CADA PLANTA, EN CADA PARTÍCULA.
- PERCIBIR LA ETERNIDAD
Somos los directores de nuestra vida, los creadores de nuestro destino, y cada día estamos escribiendo un nuevo capítulo de nuestra historia personal
*Gabriel Busso es emprendedor y fundador de VIVET (marca de productos 100% a base de plantas) y PLANT (el primer market place del país de productos bio based)
Este texto forma parte de su libro “El arte de dirigir” en donde revela principios para tomar la dirección de nuestra vida y destino bajo nuestra propia voluntad, así como para liderar personas y equipos, creando sinergia y resultados inmensurables.