Un enorme planeta gaseoso fue detectado en una región poco explorada de la Vía Láctea utilizando un fenómeno que Albert Einstein había anticipado en su teoría de la relatividad general. El cuerpo, de características similares a Júpiter, orbita una estrella enana roja a una distancia equivalente a cuatro veces la que hay entre la Tierra y el Sol. El exoplaneta fue identificado durante un raro evento astronómico conocido como microlente gravitacional.
El hallazgo fue posible gracias al telescopio espacial Gaia, que detectó una leve pero llamativa variación en el brillo de una estrella lejana. Esa señal fue luego confirmada por observaciones complementarias desde un observatorio en Lituania, en conjunto con otros proyectos astronómicos.
Los especialistas estiman que el planeta tiene una masa 1,3 veces mayor que la de Júpiter y se encuentra más allá de la llamada “línea de nieve”, una zona del sistema estelar en la que se forman con más facilidad los planetas gigantes.
Lo que hace de este descubrimiento algo tan excepcional es su ubicación: el sistema está en los bordes del disco galáctico, una región con baja presencia de elementos pesados. Además, el fenómeno observado —una estrella cercana que amplifica la luz de otra ubicada mucho más lejos, en el halo galáctico— es extremadamente inusual. Para que se dé, ambas deben alinearse de forma muy precisa.
Según los astrónomos involucrados en el estudio, encontrar un planeta así en una zona con tan pocos elementos pesados desafía las teorías tradicionales sobre cómo se forman los gigantes gaseosos. De hecho, este es apenas el tercer planeta conocido en ubicarse tan lejos del centro de la galaxia.
El hallazgo no solo expande el mapa de mundos posibles, sino que también demuestra el valor de la microlente gravitacional como técnica de observación. A través de este efecto —que aprovecha la curvatura del espacio-tiempo para detectar objetos lejanos— es posible ver lo que de otro modo sería invisible.
Este nuevo planeta se suma así a la lista de descubrimientos que obligan a repensar nuestras ideas sobre la diversidad de sistemas planetarios y sobre los propios límites de la Vía Láctea.