Un equipo de científicos chinos presentó resultados inéditos obtenidos de los basaltos recogidos en la cara oculta de la Luna durante la misión Chang’e 6. Esos restos volcánicos tienen una antigüedad estimada en 2.800 millones de años, lo que aporta pistas valiosas sobre la evolución del satélite.
El análisis de las muestras permitió determinar detalles sobre la composición isotópica del oxígeno y otros elementos en los basaltos lunares, confirmando diferencias y similitudes respecto a las rocas conocidas del lado visible de la Luna. Estas diferencias sugieren que los procesos que moldearon la cara oculta podrían haber sido distintos, con condiciones geológicas propias.
Asimismo, los investigadores observaron variaciones en los elementos ligeros y pesados, lo que indica que en ese sector lunar existieron fuentes de calor interno activas durante un período prolongado. Esa energía interna pudo haber promovido erupciones volcánicas más tardías de lo que se creía posible.
Este hallazgo no solo enriquece nuestro mapa geológico lunar, sino que también replantea teorías sobre la formación y el enfriamiento del satélite. A futuro, el equipo espera seguir analizando las muestras para reconstruir eventos volcánicos locales y entender por qué la cara oculta quedó tan diferente de la visible.